Mientras en otros departamentos los parlamentarios forman bloques en defensa de los intereses regionales en La Guajira campea el individualismo.

Por Roberto Gutiérrez Castañeda

El pasado miércoles 20 de julio se realizó la instalación del nuevo congreso de la república con la expectativa natural de un nuevo gobierno cameral y presidencial en el que la mayoría del pueblo colombiano finca la esperanza de  cambio que mitigue el padecimiento de la clase marginada, oprimida, olvidada y explotada por décadas. La Guajira no es ajena a este anhelo de cambio y cifra su esperanza en el hecho histórico de tener por primera vez, desde la vigencia de la Constitución del 91, cinco miembros en el parlamento más el Secretario General de la Cámara de Representantes: los senadores Marta Peralta Epieyú y Alfredo Deluque Zuleta; los Representantes Carmen Ramírez Boscán, Jorge Cerchiario Figueroa y Juan Loreto Gómez Soto y el Secretario General Jaime Luís Lacouture.

Martha Peralta

Cualquier desprevenido observador del mundillo político pensaría que vientos de cambios soplan para el desarrollo y progreso del departamento además de los vientos alisios que mueven las usinas generadoras de energía eléctrica pero la tozuda realidad nos muestra, ante la actitud asumida por ellos, que será otro cuatrienio de desilusión y desengaño.

Cuatro meses han transcurrido desde su elección, sin que ellos o sus consejeros en un acto de grandeza y amor por el terruño hubieran sido capaces de plantear la necesidad, la conveniencia de reunirse para entre todos estudiar las necesidades ancestrales de la región y de presentar ante el nivel central proyectos factibles de desarrollo social, económico, cultural y turístico con la complementación de las obras de infraestructura que ellos conllevan.

Alfredo Deluque Zuleta

El egoísmo sumado al egocentrismo les ha impedido un acto de grandeza. La megalomanía no les ha permitido   interpretar los aires de cambio que soplan en el mundo moderno.

Mientras en otros departamentos los parlamentarios forman bloques en defensa de los intereses regionales en La Guajira campea el individualismo, atavismo que los lleva a pensar que son poseedores de la verdad, pero no han entendido que hay que establecer la diferencia entre la “concepción” y la “ejecución” ,es decir, que el conocimiento del problema no implica per se conocer la solución del  mismo. Los Estados Unidos tienen por lema la frase latina “Et pluribus unum” que podemos traducir como  “entre todos uno” ó “la unión hace la fuerza” pero nuestros honorables congresistas parecen identificarse con la escena descrita por William Shakespeare sobre el rey Guillermo III de Inglaterra quien al verse acorralado por los enemigos gritó desesperado: “ mi reino por un caballo”; así parecen actuar nuestros parlamentarios. No les importa que el pueblo sea derrotado por la sed, la enfermedad, la ignorancia, el atraso secular, el desarraigo territorial, la pérdida de identidad cultural, el deterioro del medio ambiente si a cada uno de ellos le dan un caballo con las alforjas repletas de prebendas y canonjías.